miércoles, 25 de abril de 2012

En este presente resuena un final.

Me quedo en una esquinita mirando tus gestos. Tus aireadas pretensiones, tus rebuscadas cartas de mártir. Me quedo sentadita mientras proclamas mis delitos, mientras me imputas de los más crueles fallos. Rebuscas en los dobles sentidos, en la ingravidez de los trasfondos, recalcando tus signos de exclamación. Me señalas, que soy perversa, canalla, cruel. Me amenazas con lo único que tienes en tu poder, en tus manos, a tu disposición. Empleas la palabra abandono como la advertencia más intimidatoria, más sádica. Desafías a mi respuesta, a mi silencio, a mi autoestima. Sigo atenta a la suplantación de lo que un día fue un motivo para sonreír. No hablo, no me muevo, no replico. Te vuelves lleno de ira al percibir que no me inmuto con tu monólogo. Pones en tela de juicio todo lo que en algún momento sentí. Buscas en mi calma impasible un hueco donde mudar tu dolor. Sonríes con maldad, observando mi cuerpo inmóvil. Te devuelvo la mirada con seriedad, sin pestañear ante tu inhumano comportamiento. No sabes bien a dónde redirigir tu absurdo golpe de efecto, tu mentalidad retorcida. Persistes en argumentar mi disparatado plan de reventar tu vida, su sentido, su capacidad de dicha. Carcajeas diciendo que fue fallido, que nunca tuve una oportunidad de tan siquiera 
intentarlo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario