domingo, 15 de abril de 2012

Lo siento, por favor, perdóname.

-Bueno, aquí estoy cariño... Sé que he tardado mucho, quizás demasiado, para reunir valor y enfrentarme a ti. No sé si me lo perdonarás, si sabrás comprenderlo, o si simplemente he herido tanto tus sentimientos que no quieras escucharme. Pero nos debíamos una conversación, te debía una última confesión... -Hice una pausa, respiré hondo, intentando recular las lágrimas que amenazaban con desbordar- Te quiero, es un secreto pobre, pues tú ya lo sabes, pero quería que nuestra última charla no fuera con silencios cortantes y esa guerra fría en la que las palabras eran la peor arma. Maldigo todo el mal que te hice, cada herida que no supe curar, cada grito que solté sin  pensar. Supongo que para todo ello ya tengo castigo suficiente. Pero no puedo seguir mi camino sola sin antes decirte que, si existen las almas gemelas en este mundo, tú fuiste la mía. ¿Lo sabías, no? Al menos quise demostrártelo, al menos esa fue mi intención... -Me falló la voz. Paseé la mirada por el entorno e intenté encontrar algún punto para poder hablar sin tristeza. Quería que me viese bien, fuerte.- Mi futuro desde que tú llegaste, cambió drásticamente, comenzó con un yo y terminó con un “nosotros”. Y... ese nosotros era lo más importante que había tenido en los pocos años de mi vida. Te prometo, no, te juro, que te amé como sólo se ama por primera vez y quizá, muy posiblemente, también como se ama por última vez. Ahora... -Sollocé sin poder evitarlo.- Ahora no quiero considerar esa alternativa, ¿no crees? Sería muy triste pensar que aquí acaban los días más felices, los momentos más importantes, las razones de seguir adelante...

No hay comentarios:

Publicar un comentario