sábado, 14 de abril de 2012

Que hay cosas que es mejor perder.

No eras imprescindible, ni siquiera me fue difícil olvidarte. ¿Qué cuando lo supe? No sé, quizás cuando me di cuenta de que sólo te divertías jugando conmigo. Tranquilo, no te odio, ni siquiera te tengo rencor alguno. Incluso, ya no me pregunto el por qué. No importa, eso es problema tuyo. Tú eres el que se creía que la vida era un puto tablero de ajedrez, el que se creía que el que más piezas tira es el más valiente. Pero cariño, creo que te equivocaste de principio a fin. Ni la vida se resume en un jaque mate, ni yo soy ningún peón. Así que si quieres jugar, por lo menos concédeme el privilegio de ser tu contrincante. No te preocupes, sé cómo se juega, es fácil. Gana el que sea capaz de mantenerse en pie. Así que, permíteme decirte que la condición de peón me convirtió en reina.

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